Los Sistemas Biológicos son sistemas complejos donde se suceden y encadenan subsistemas de menor rango. "Presentan un equilibrio dinámico de procesos reguladores, controlados biológicamente y cibernéticamente, de factores funcionales, estructurales y emocionales, reaccionando constantemente ante cambios internos y externos" (CLAUS-F. CLAUSSEN, M.D.). La vida se adapta de forma constante a estos cambios (mecanismo selector de la evolución), buscando el equilibrio dinámico que le permite una funcionalidad óptima. Nuestro cuerpo, como fenómeno vital que es, integra en sí mismo varios niveles de estructura y función, cada uno sometido a sus propios mecanismos reguladores ( Francisco Alberto Constán).
Una persona "sana" estará exenta de anomalías en cada uno de estos niveles. La "salud" se moverá u oscilará en torno a unos "niveles normales" de la actividad funcional, reaccionando a los cambios (estímulos), tantos internos como externos. La salud no es sólo una ausencia de enfermedades. Como bien lo define la OMS, "la salud es un estado de completo bienestar físico, psíquico y social".
Una enfermedad supondrá disfunciones en los niveles anteriores, pudiendo manifestarse como:
La enfermedad debe ser entendida como una señal de alarma que advierta de una alteración en la armonía biológica. La Medicina Convencional centra sus esfuerzos en los síntomas. En la Medicina Biológica u holística, una enfermedad, patología o disfunción, es abarcada en un espectro más amplio, con una visión integral de las funciones orgánicas. Se apreciarán cadenas causales, ciclos metabólicos y circuitos de regulación, añadiendo además un elemento más de complejidad, la individual del paciente. Aquí entra el concepto de "terreno", entendido como una disposición particular para reaccionar ante agresiones o desequilibrios, que intenta explicar por qué los hechos patológicos no se dan en todas las personas bajo las mismas o parecidas circunstancias. Aquí se alude a herencia, raza, sexo, deficiencias orgánicas, factores desreguladores locales, alteraciones neurovegetativas y disfunciones o influencias psicoafectivas.
Por ello, los tratamientos deben ser integrales. En esta visión global, las discapacidades se consideran trastornos del desarrollo del potencial genético, debido a una conformación defectuosa de los propios genes.
Precisamente la medicina biológica analiza los procesos fisiológicos vitales como una serie de cadenas funcionales y circuitos de regulación y orienta su acción en relación con la capacidad natural del organismo para la regulación, regeneración, adaptación y la autocuración. En lugar de luchar contra los síntomas linealmente, debe intentarse conducir al organismo hacia el camino de una tendencia restauradora, en la que están incluidos los hábitos de vida, obstáculos psicológicos, sociales, etc. Los síntomas deben ser tomados como manifestaciones visibles de un intento defensivo y restaurador prefijado por el organismo.
La medicina Biológica integra la enfermedad en dos niveles, los cuales la orientan en su mecanismo terapéutico:
La Medicina Biológica engloba procedimientos cuyo principio rector último, tanto en el diagnóstico como en lo terapéutico, es la integridad del biosistema humano. Utiliza sustancias que se originan en los procesos vitales y procedimientos que se orientan a las funciones de la vida. Promueve la restitución, compensación y sustitución para reforzar los procesos vitales. Su principio es actuar "para" y no "contra". Predomina en ella un principio constructivo y no sustitutivo, con la adopción de medidas preventivas para el mantenimiento de la salud y la regulación de la capacidad espontánea de autocuración.
El procedimiento terapéutico tiene como objetivo restablecer las funciones y para ello tiene como principios:
Las características de estas terapias son: