Viaje Inesperado
por Carmen Alonso
Conocer el diagnóstico de que tu hij@ es diferente, que nacerá o ha nacido con una condición distinta a los patrones de la llamada "normalidad", conlleva ni más ni menos que recibir en casa a un niñ@ que tendrá "etiqueta de denominación de origen". A partir de ese momento, tu hij@ pertenece a un grupo determinado de personas con un patrón denominado discapacitado (menos capacitado), minusválido (menos válido). Si esto te lo cuentan y no es a ti a quien afecta sino a otro, piensas: "Qué pena, qué mala suerte, hay que tener paciencia y mirar entorno porque siempre hay alguien que está peor..." Pero si es a ti y no a él, el golpe es tan duro que te cuesta hacerle frente sin venirte abajo. Yo, después de once años puedo decirte que, aparte del inevitable sufrimiento que nada ni nadie podrá aliviar en un primer momento, hay muchísimas cosas que puedes hacer por ti mism@ y por tu hij@; ahí van unas cuantas:
- Desecha el ideal que habías construido y reconoce y ama a tu hij@ real con alegría, nunca con pena, ya que así le permitirás reconocerse, aceptarse y sacar siempre lo mejor de sí mismo. Si te engañas, no superarás el rechazo inicial y no serás capaz de establecer una relación natural con él o ella.
- No renuncies a tu mundo de relaciones y actividades para cuidar de tu hij@, porque eso no hará otra cosa que producirte frustraciones y angustias. Simplemente estarás cometiendo un error.
- Cuanto más natural sea tu relación con tu hij@, más beneficiosa resultará para todo el entorno familiar. Busca apoyo en las relaciones afectivas, de familiares, amigos y "rompe y rasga" con todo aquello que te produce miedo.
- Las personas diferentes, distintas siempre tienen mucho que ofrecer, así que búscalo y mira tu vida con alegría porque tu hij@ es lo más maravilloso que posees.
- No te apresures, no por mucho madrugar amanece más temprano, aprende a vivir y disfrutar el día a día y márcate metas cortas, ya que es la mejor forma de alcanzar casi sin darte cuenta aquellas que parecen más lejanas y comparte siempre tanto las alegrías como las penas con los que te quieren.
A un nivel más práctico, tengo otros consejos que darte:
- Solicita un informe detallado y minucioso de la situación de tu hijo en el centro donde haya nacido e insiste en ello si te ponen algún inconveniente.
- Aclara todas las dudas sobre el diagnóstico y el pronóstico, no sólo por el niñ@ sino porque cuanto más os impliquéis tú y tu pareja, menos angustia sentiréis.
- Comienza, cuanto antes, con los ejercicios de estimulación. Así, mejorarás el desarrollo y potenciarás las capacidades del niñ@. Además, la atención temprana evita grandes dosis de angustia, dado que mantener asiduos contactos con profesionales que atienden al niñ@ ayuda a coordinar todas las actividades que se pueden llevar a cabo dentro y fuera del hogar, esto, a su vez os hará sentir útiles y por lo tanto viviréis con mayor serenidad y el ambienta familiar será más relajado.
- Aunque te sientas perdid@, asustad@, angustiad@, no hay que venirse abajo, sino siempre luchar con fuerza, pero no tienes por qué hacerlo sol@; ponte en contacto con asociaciones o fundaciones y a través de ellas encontrarás a otros padres. Sólo una mamá o un papá te entiende realmente, y solamente a él o ella podrás contar esas cosas que no te apetece o no te atreves a contar a los profesionales o a tus seres queridos.
- Implica a todos los miembros de la familia ya que a cualquier edad, uno puede enriquecerse apreciando y comprendiendo las diferencias que existen entre las personas. Enséñales a no sobreproteger al niñ@, ya que si lo hacen nunca llegará a tener una autonomía y recuérdales que tu hij@, como cualquier otro, necesita amor, no compasión.
- Mantén siempre los ojos y los oídos bien abiertos. Siempre hay algo que puede ayudar a tu hij@ y mejorar, aunque sea mínimamente, su calidad de vida.
- Respira profundo, echa la vista al frente y sé feliz.
Carmen Alonso